Por España - CASTELLÓN

MONTANEJOS

33. SE PARÓ EL TIEMPO O/L 50x65 ©Mara Cascón
33. SE PARÓ EL TIEMPO O/L 50x65 ©Mara Cascón

Octubre 2003

 

Está lloviendo, pero es el primer día que lo hace. He recuperado mis fuerzas en este paisaje maravilloso de montes cubiertos de pinares y vegas llenas de vida, donde crecen olivos, higueras, granados, castaños, olmos, y donde proliferan las huertas.

 

Paseando por  el campo, el monte y el río. Llenándome los ojos de amarillos y de todos los tonos del verde, desde el casi negro del pino montañés hasta el gris de los olivos, a través de los vibrantes tonos de los prados y los de los matorrales parecidos al boj que, cargados de bolitas rojas, circundan los caminos y acogen a los pájaros.

 

Confiaba en que se me contagiara algo de la vitalidad de los peces del río de aguas templadas, que a 25 grados les da abrigo todo el año. El Mijares, caldeado con las aguas de la Fuente de Baños y engordado con mil regatos serranos o canalizados en las diversas fuentes que a él afluyen.

 

Las casas antiguas abandonadas le prestan variedad a estas tierras laboriosamente trabajadas, con bancales hasta lo más alto de las crestas. Repoblados los pinares que devastara el fuego.  Recuperado y aprovechado cada rincón de esta tierra amada y generosa con sus gentes.

 

Hace frío. Al menos yo lo siento. Las matronas entradas en carnes son inmunes, pero sin abrigo natural, a mí me cala. Lo combato con marcha rápida, dulces, comida energética en la medida que puedo y ropa. Así evito que llegue a los huesos y anule las ganas de disfrutar de nuevos horizontes fuera de casa.

 

Las vacaciones para mí son eso: ver cosas diferentes, dormir, estar fuera de casa y, por supuesto, no ir al trabajo. Vaguear, leer, sentir la naturaleza. Comer sin tener que pensar con antelación el qué, comprarlo y cocinarlo: a mesa puesta.

 

Mañana voy a la costa en busca de un clima más cálido por fuera y por dentro. Aquí no me he sentido arropada como en Lugo. El corazón también ansía un poco de calor.

 

Las llamadas del día de mi cumpleamos no alcanzaron para llenar las cisternas, tan vacías estaban. Sólo sirvieron para apreciar el eco que en ellas resuena cada vez que alguien me dice: te aprecio.

 

¿Cómo puedo estar o sentirme triste y sola con tanta gente que me quiere, que está muy cerca: padres, hijos; o lejos: exfamilia política en Segovia?

 

Es el beso, la caricia, el abrazo, el calor de otro ser humano al lado de forma más constante, lo que añoro. La vibración del alma y del cuerpo que provoca la cercanía de un hombre. La alegría de vivir y la fuerza que su compañía proporciona.

 

Sigo a la espera de la persona adecuada que no solo traiga todo esto, sino que sepa compartirlo y sea de forma duradera, para juntos elevar nuestro espíritu, mejorarlo y alcanzar nuestro propósito de amor y plenitud desde una permanente sensación de bienestar.

 

Mientras tanto trato de conseguirlo yo sola, aunque con desigual suerte en los últimos meses, ya casi años. Es evidente que, hasta que no logre mi propio equilibrio, no aparecerá en mi vida alguien equilibrado con quien sintonizar en esta frecuencia que pretendo.

 

Confiaba en que en esta época del año, que suele ser la de mayor fuerza para mí, consiguiera salir del pozo de la debilidad, fragilidad y tristeza en el que estaba hundida. He asomado algo la cabeza. Pido a Dios que pueda salir completa.

Doy gracias porque estoy recuperando la salud digestiva y ello contribuirá a estabilizar todo lo demás.

 

He salido de Montanejos con más energía que cuando llegué y también más disgusto por la clavada del hotel y sin haber podido tomar siquiera un café. Todo ello por los manejos que se trajeron con el cambio del comedor al sótano con motivo de una boda que duró hasta las tres de la mañana. He pagado un sobreprecio por una noche de sábado en la que no he podido dormir.

 

El camino hasta Jérica es precioso y con buena carretera. Va dejando de llover.

En Sagunto la zona industrial es igual de fea que las demás, pero la playa de Canet es muy bella, con sus atisbos de dunas y sus caminos de madera, con rústicos vallados para llegar a ella.

El mar imponente y furioso, como yo salí de allí, pues a pesar de escoger un elegante restaurante que daba al acogedor paseo, desde el que divisaba el mar a través de los parterres de flores, flanqueado por palmeras, tampoco conseguí comer bien.

 

El arroz fue un asco, pasado y con un único sabor, a quemado. Y además otra clavada por un menú sin postre ni vino.

 

Decidí no quedarme en ese lugar, no me sentía cómoda desde el principio y el trato me lo hizo ya totalmente ingrato.

 

Sólo quería un sitio cómodo y acogedor donde comer bien y no estar constantemente “perdonando” un mal servicio, ruido de platos, estrés de los camareros y mala calidad en general.

 

Llegados a este punto sólo podía ser en casa, Madrid o San Juan. Y aquí me vine por la A7, recorriendo 200 km y atravesando Valencia, aunque no quería, pero a las 15:30 de un domingo no fue del todo mal y pude ver sus avenidas, puentes, jardines y modernas construcciones.

 

De Benidorm para acá todo resultó más confortable. La temperatura subió a 22 grados, el cielo se mostró magnífico y al llegar aquí se me abrieron todas las puertas.

 

Esto es maravilloso: una ducha caliente, todo lo necesario, limpísimo, velas, incienso, comida que no me hace daño, bata, zapatillas, música a mi gusto y obras de arte que han salido de mis manos, algunas cuando era niña.

 

Las pequeñas cosas son las que, en definitiva, me hacen sentir feliz.

 

Mara Cascón

www.farodeluz.es

78. RÍO MIJARES óleo s/tabla 33x55 ©Mara Cascón
78. RÍO MIJARES óleo s/tabla 33x55 ©Mara Cascón